Ostende destaca por sus amplias playas perfectas para la práctica del surf, rodeadas de dunas y bosques de tamariscos y acacias. Su ambiente tranquilo y alejado del bullicio nocturno la convierte en un destino ideal para quienes buscan serenidad. Además, su valor histórico y cultural, legado de los inmigrantes del siglo XX que soñaban con una villa balnearia europea, la distingue.

Ubicada en el partido de Pinamar, es una de las localidades más antiguas de la costa atlántica bonaerense. Surgió de la iniciativa de Fernando Robette y Agustín Poli en 1908, con la idea de recrear una versión gemela de Ostende en Bélgica, a orillas del Mar del Norte. En esa época, Mar del Plata era el único gran balneario en pleno desarrollo.

En aquel entonces, la infraestructura era crucial para destacar entre los balnearios. La Compañía de Navegación Lloyd Ostende lideró la construcción del muelle y la rambla sur, elementos clave para el desarrollo de la villa con aires europeos.

La rambla, de cemento y conchillas, proyectada con 6 metros de ancho, incluía 16 chalets con escaleras descendentes hacia la playa, creando un espacio turístico con vestuarios bajo el paseo de hormigón.

La construcción inició en 1912 con mano de obra japonesa proveniente de la “Colonia Tokio”, ubicada a pocos kilómetros.

A pesar de ello, la Primera Guerra Mundial y otros eventos interrumpieron las obras, marcando el declive del proyecto. Con el tiempo, la arena sepultó lo construido. En los años 90, se realizó una excavación y se declaró el lugar como patrimonio histórico. Hoy en día, los vestigios de esta ambiciosa obra emergen frente al mar.

A 360 kilómetros de la Capital Federal, Ostende emerge como una excelente opción para quienes buscan descansar en un entorno de mar y calma, pero teniendo a mano zonas sumamente concurridas como las aledañas Pinamar y Cariló. Un gran plan para cada verano.

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